domingo, 2 de marzo de 2008

Que difícil es empezar después de tanto tiempo




Y llegó Y llegó!!!! Parecía que nunca llegaría pero esa noche llegó y marché dejando atrás un coro de voces celestiales, a una madre y a una abuela que casi se montan en el autobús y a un padre que aunque no le vi por el cristal seguro que estaba allí.

Hasta Madrid fue el viaje más pesado, incómodo y largo que nunca he tenido. En el aeropuerto se me hizo aún más pesado, sigo preguntándome por qué salimos tan pronto de Badajoz si después tendríamos que esperar más de cuatro horas, pero bueno.

En cruzar el charco tardamos once horas. El avión era como en las pelis (jajaja) de tres filas; la del medio de cuatro asientos. En cuantito nos enteramos de que todos nuestros antojos eran gratis, a la tripulación no la dejamos parar en todo el trayecto. Las ventanillas iban cerradas y no nos dejaban abrirlas por que claro, a medida que nos acercábamos a nuestro destino el sol relucía más. Yo me pasé casi todo el viaje con Víctor y Natalia (los azafatillos) cotilleando. ¿Sabéis que el índice de suicidios en la tripulación de este viaje es bastante alto? En el último mes se han suicidado tres azafatas;pero ese es otro tema.

Bueno, el caso es que llegamos a Costa Rica y lo primero que hicimos fue quitarnos todo tipo de mangas largas, pañuelos… Vino a recogernos un “peaso” autobús con unos grandísimos asientos que ya quisiera el Auto-res Expres y un cuarto de baño que sería la envidia de cualquier tren regional. Nos llevó hasta un complejo hostel

ero compuesto por el hotel en sí (cuatro estrellas), un casinato y un restaurante. ¡¡¡Eso es cooperación, si señor!!!

La cena nos la sirvieron en el Casino Fiesta. En algún momento seguro que habéis visto alguna telenovela sudamericana en la que los camareros son cowboys, hay grupos musicales encima de las barras... pues con deciros que cada cinco metros había algún maniquí viviente vestido de vaquera o vaquero, creo que os podéis hacer una idea. Uno de mis descubrimientos más importantes: las telenovelas sudamericanas no exageran en sus decorados. Maeeeeeeee...

Primeros contactos con el jugo de frutas, con las frutas exóticas y con el ron. Pero esa noche estaba muy cansada y me fui prontito para la cama.

Al día siguiente tempranito estábamos desayunando en el restaurante. Era como comer en un bar de carretera americana, exactamente de la R-45; pero en vez de servirte el café cada dos por tres una camarera te lo servía un pequeño hombrecito. Nos alegramos de conocer el famoso “gallopinto” (comida típica en la que se mezclan arroz y frijolitos); ahora bien si

hubiésemos sabido que sería nuestro desayuno, comida y cena durante varios días después no sé si nos hubiésemos alegrado tanto.

Otra vez en camino. Esta vez dirección Nicaragua, paramos a comer en un hotel con picinita, en la que mientras todos se bañaban yo aprovechaba para buscar cosas... y anda que conocí. A escasos metros del césped de la piscina comenzaba una calle en la que se veían lo que algunos han considerado como casas típicas y otros como chabolas. Ahí tenéis mi primer gran choque con la realidad de allí. Era duro ver el contraste tan marcado entre el dinero y la pobreza.

Aventurándonos algo más, Alba y yo nos separamos del grupo y saltamos la verja. Sólo vimos unas casitas, sólo conocimos a un niño y sólo le preguntamos el nombre de un pájaro (zopilote), pero empezaron a abrirse nuestros ojos.


Varias horas después llegamos a la frontera en la que pudimos asistir a un homenaje sandinista y hablar con varios niños y no tan niños a los que pudimos sacar alguna carcajada (y ellos a noso
tros). No tuvimos problemas con los boletos de salida, ni al cruzar la zona franca, ni al entrar en Nicaragua en la que por una módica cantidad no nos revisaron ni maletas ni na de na.

Nuestra última parada antes de llegar al centro desde donde escribo fue en una posada en la que descubrimos el lago de Nicaragua y los grandes volcanes:

Concepción y Madera. Transmiten una serenidad convinada con vértigo que una vez que los miras es difícil no sentarse a contemplarlos un buen ratillo.


Al llegar al centro ya había oscurecido; tan sólo pudimos ver las habitaciones y salas de informática y conferencias, el ranchito... en fin que nos dividimos en habitaciones y nos fuimos a cenar. Esta noche caímos pronto en el sobre. Al día siguiente nos esperaba el primer día de formación: conferencia sobre la geografía y la historia de Nicaragua (para ubicarnos un poquito más). Por la tarde nos fuimos a la Reserva Natural de Chocoyeros-El brujo. Sólo os adelantaré que me empapé de aquella naturaleza.


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