domingo, 16 de marzo de 2008

Salimos para San Juan de Dios haciendo una pequeña parada en Dirimba, en el Museo del Trópico Seco. Igual, igualito que el laboratorio de Conocimiento del Medio del cole. Llegamos a San Juan después de descubrir que el carey proviene de las escamas de las tortugas(perdonadme mi ignorancia)y que se cometen aberrantes acciones hacia ellas. Es una contradicción, los hombres recogen sus huevos para subsistir económicamente, pero no se dan cuenta que a largo plazo las tortugas dejarán de existir. Hay que buscar una solución, la cosa no puede ser o morir las tortugas o no subsistir los hombres.

Nuestro hotel se localizaba casi a pie de playa... Este lugar tenía pinta de ser mucho más turístico que nada de lo que habíamos visto antes; y poco a poco fuimos comprobándolo. Esa tarde era bateo libre y de cada uno dependía que fuera productiva a nivel personal o no.

Un paseo por la orilla, unas cañitas (esa tan amiga del grupo "Toña"), un chapuzón... cuando empezaba a anochecer me piroteé a ver el pueblo. Eso de ir a un sitio y no salir de una calle me resulta un poco claustrofóbico. No os lo vais a creer, pero mientras recorría San Juan del Sur, por cierto lleno de gente por todos lados, por un altavoz, a lo lejos, oí a dos hombrecillos cantar y decidí averiguar de donde procedía. Mientras buscaba, las casas y las personas que se encontraban en ellas, no me dejaban salir de mi asombro. Todas tenían más o menos la misma estructura. Una pequeña entrada con varias hamacas tendidas, que daban paso al comedor y a las otras habitaciones. Todas las puertas y ventanas estaban abiertas de par en par sin tapujos de mostrar su interior. Casas que cambiaban de color a medida que avanzaba andando por la calle.

Bueno, llegué al origen de las voces. Antes de llegar ya había comprobado que en sus letras hacían mucha referencia a Dios, pero como en Nicaragua son tan religiosos no me estrañaba... sin embargo, las letras eran así por que eran canciones de misa... jajaja. Una enorme iglesia, toda hecha de maderita; una de las más bonitas que haya visto nunca, quizás por la sencillez y humildad que mostraba. Por ejemplo, para adornar las columnas, tenían un ramillete de flores lilas de plástico pegado con cinta adhesiva alrededor (pero no quedaba cutre)... Lo siento abuelas... pero no lo aguanté, aunque estaba muy animada la cosa, a la segunda canción me piroteé por la puerta de atrás..., ya había visto lo que era aquello, jajaja. Rodeando el pueblecito y entremetiéndome por las callesregresé con el resto del grupo, cenamos y nos arregloteamos disponiéndonos a disfrutar de nuestro bateo libre nocturno. El cual se aprovechó hasta la hora de la salida del bus (5.15 a.m.)

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Tooooodo el mundo durmió en ese trayecto o al
menos lo intentó. El viaje en ferris hasta la Isla de Ometepe fue relajante dejándonos mecer por la marea de agua dulce, aunque también tuve momentos para recordar con Cristina nuestras canciones favoritas.

Nos hospedamos en la Finca de La Magdalena a 1 km de Balgüe, que es un pueblito muy sencillo pero con un aire tropical que invita a recorrerlo. Cristina, Miguel y yo fuimos antes de comer en bicicleta para ir cogiendo contacto con el ambiente (bajar la cuesta perfecto pero subirla...)
Sus habitantes nos recibieron con una sonrisa de oreja a oreja y te saludaban con aspavientos tremendos desde sus ranchoncitos. Y todos los niños están dispuestos a jugar contigo. Ningún rincón del pueblo está asfaltado y todas las callejuelas desembocan en la "carretera" principal toda de tierra y empedrada.


La finca es impresionantemente bonita. Desde la entrada se veían varios jardines, tras ellos, se asoman los ranchones (de recreo, de trabajo, el comedor, el de los dormitorios) toditos, todos de madera pintada de blanco; y detráś se esconden cafetales de un color verde tierno, todo ello coronado por el volcán Maderas. La espesura de su ladera nos atormentaba un poquito más al pensar que el sábado intentaríamos subirlo.

La economía de esta finca se sustenta por la producción de café orgánico en un 20% y por el ecoturismo en un 80%; sin embargo, hay algo que huele raro en ese asunto: pero eso es algo de lo que tendré qu eirme enterando poquito a poco a través de unos contactillos que em he buscado.

Los días en Ometepe, los he dedicado al producto, a mí (muy egoístamente), a buscar semillas, a dejarme guiar un poco más por la intuición y a conocer a mucha gente y a escuchar sus historias.

Una de las mañanas que regresábamos del pueblo de trabajar en el producto, Puri, Alba y yo (tras tomarnos unos fresquitos)oímos a los monos congo cerquita de donde estábamos y decidimos adentrarnos selva adentro. Vimos un árbol que parecía dedicado a las mamás monas y a sus monitos, y otro árbol en el que se veían monos más grandecitos. Teníais que vernos cada vez que saltaban de un árbol al otro ("Ainsss que mono"). Al regresar al camino noté un picotazo en el cuello, me dolía horrores, después en la pierna, y después en el brazo... sin saber como nos miramos el cuerpo y los teníamos llenitos de hormigas amarillentas que mordían y metían la cabeza en la ropa (mmmmmmmaaaaaeeeeeeeeee.....)

Muy interesante ha sido conocer a Jorge y a Ana, una pareja de artesanos que recorren la zona vendiendo auténticas obras de arte. A Alba, Marta y a mi nos enseñaron a hacer las pulseras que vemos en los puestos de la feria que no hay quien se atreva a empezarlas. Creo que cada día estoy más cerca de cogerme la tela con los collares pegados e ir vendiendolos por donde sea (jajaja...ojalá)

Otro personaje fue Felipe, un chico chileno que realizaba el viaje con sus amigos (creo que fin de carrera) y por casualidad, alguien le sugirió que aprovechara para seguir conociendo la zona y así lo hizo. Él solito siguió su camino.

Se conoce un montón de gente, y se aprende mucho de ellas, de esta forma; está visto y comprobado. Yo de mayor, mochilera.

El sábado nos atamos bien las botas y emprendimos el camino hacia el cráter del volcán(1394m) en el que, siendo un poco contradictorio para nuestro entender, encontramos una laguna fangosa tras 4 horas de subida, escalada, y patinaje entre las ramas y las piedras llenas de barro blando. Las últimas en bañarnos fuimos Puri y yo, y confieso que me hice un poco de caquita cuando me puse a pensar, justo cuando estábamos en medio del cráter, en lo que podía pasar y si el volcán despertase o si hubiese un temblor de tierra o... Las primeras en irse al hoyo... ¿quiénes creéis que iban a ser? pues las dos rubias, está claro.


(Esta era vista desde casi la cima,
no era capaz de distinguir
donde acababa el lago y
comenzaba el cielo)





La vuelta fue un poco más aburrida y cansina, siempre lo mismo: bajar, bajar, culazo de una, risotadas de otras y de los guías... que esos eran otros personajazos. Se reían de nuestras tontás, al principio disimuladamente, después en nuestra cara. Nos dijeron que habíamos sido el grupo más lento que habían subido al volcán pero que con los otros no se lo habían pasado tan bien.

En la bajada llegó un momento en el que nuestras piernas ya no contestaban a las órdenes del cerebro, y el dolor en las rodillas, gemelos y cuádrices se hacían llamativos. No recuerdo ninguna ruta que me hubiese causado tanto dolor, pero también es cierto, que no recuerdo ninguna ruta tan gratificante física y psicológicamente como esta.

Menos mal que teníamos esta actividad tan fuerte el sábado, por que ya por sí pensé mucho, mucho, mucho en el Güoman de Guareña...

Esa tarde, el grupo tuvo la visita de Karem. Es una señora alemana que lleva 24 años en Nicaragua. Se dedica a realizar talleres de sensibilización medioambiental. Y es que en Nicaragua poseen muchas riquezas naturales pero no las cuidan por falta de educación medioambiental y de información de las consecuencias de sus acciones.

Tras la cena, Fran nos preparó un encuentro con un grupo canadiense de cooperantes. Son chicos de 2º de bachillerato que estudian juntos una asignatura llamada Educación Global, que por lo que contaron, imagino que tiene que ver mucho con la educación en valores, temas de inmigración, racismo, violencia... Durante cierto tiempo, venden café orgánico y otros productos y con la recolecta se subvencionan el proyecto que alumnos de anteriores ediciones habían elaborado. Este año estaban construyendo una escuela para el pueblo. Es como un campo de trabajo pero fomentado desde el sistema educativo (difícil de pensar en nuestro país, ¿eh?)

Y bueno, como era nuestro sábado en Nicaragua y teníamos bateo libre, nos vino genial que en Balgüe se celebrara la Fiesta Bacanal. Se realizaba en el patio de una casa del pueblo y el dinero de la entrada se destina a los estudios universitarios de los hijos del dueño de la casa.

Nos costó un poco entrar en la pista pero en cuanto lo hicimos sólo se oía "no, es que en España se baila en círculo". Hubo momentos de agobio pero las niñas desarrollamos respuestas defensivas ante los buitres lugareños.

En el camino de vuelta vimos un oso hormiguero. Y noooooooo, no es azul ni tiene trompa de elefante, como en los dibujos animados. A pesar de nuestras voces y linternazos no aceleró el paso de pachorro que llevaba con el culo en pompa moviéndolo de un lado a otro.

El domingo había dos opciones: ir a la ruta de los petroglifos o quedarse dormido hasta las 9.30 a.m. que el autobús saldría en dirección a Moyogalpa, la ciudad donde cogíamos el ferris. La intención de algunos de nosotros cuando a las 7.30 estábamos listos para desayunar, era ir a los petroglifos, pero el desayuno se demoró de tal manera que ni puedieron descansar ni pudimos ir a ver los dibujos grabados en las piedras por los indígenas precolombinos. Al fin y al cabo, no sé si las agujetas me hubiesen dejado avanzar mucho. Tendríais que verme bajar las escaleras o sentarme en las sillas, todo un show.

Montados en el ferris nos despedíamos muuuuuuuuuy lentamente del volcán Madera y del Concepción. Quizás con pena añadida por que éramos muy conscientes de que tras Ometepe sólo quedarían diinas en Nicaragua.

Por cierto, al Madera se llama Volcán Endiablado por que en la época de la crsitiniación los frailes no puedieron bautizarlo con un nuevo nombre debido a los temblores que en él se producían. Así que se quedó con su primitivo nombre.

Al salir del ferris una auténtica plaga de mosquitos invadía el muelle. Las personas iban todos tapados con toallas excepto los ojos. Encima todo estaba abarrotado por que era el primer día de Semana Santa y por barrios se organizan viajes a la playa.

Antes de ir a cenar, visitamos por segunda vez el restaurante "El crucero". Desde allí, se ve una extensión de tierra semi virgen que se funde en el Pacífico. Todo ello, acompañado por un atardecer. Ooooohhhh... que bonito.

Hoy cenamos en un Pizza Hut, esto último lo dejaré sin comentarios por que es mejor no encender lo que no se pueda apagar. Cenar n una franquicia a la que, probablemente, sólo asista un 20% de la población Nicaragüense...

Bueno, os adelanto que me falta una semana intermedia por contar.

Y hablando así un poco de todo, también os adelanto que me han concedido la Beca Erasmus y que si todo sale bien, el año que viene estaré en Francia terminando la carrera. Cerrando así, una lista de cosas por hacer.

Muy buenas nochesssssss

1 comentario:

Anónimo dijo...

puraaa,ay madre!!!me pediste lo de la beca erasmus,pero no pude hacer nada porque estuve de campa en vera,pégame,pégame,que me lo merezco!!!tdo por aquí va bene va bene,con gans de que vuelvas y que me cuentes tus millones de historias,un beeeesazo enorme,Adriana...que pronto se convertirá en una firme conductora...ji ji